
Un aficionado de Cruz Azul apoya a su equipo durante la segunda mitad de un partido de la Copa de Campeones de la Concacaf contra el Seattle Sounders FC en el Lumen Field de Seattle, Washington, el 5 de marzo de 2025. (Crédito de la foto: Nate Koppelman/Alamy Live News)
El Estadio Olímpico Universitario tembló anoche como nunca antes. Cruz Azul enfrentó a los Vancouver Whitecaps en la gran final de la CONCACAF Champions Cup. El resultado fue una paliza de 5-0 que dejó boquiabiertos a propios y extraños. Parece que “La Máquina” decidió ponerle el pie en el acelerador desde el arranque y no soltarlo hasta levantar el trofeo.
Para los que seguimos este deporte con el alma, esta victoria tiene un sabor especial. Cruz Azul se llevó la copa a casa con un estilo que nos hace soñar en grande. Por lo tanto, este triunfo abre la puerta a competencias mundiales como el Mundial de Clubes y la Copa Intercontinental. Claro está, noches así no se viven todos los días, y esta fue una para enmarcar.
La séptima joya en la corona de Cruz Azul
Este título significa mucho más que otro trofeo en las vitrinas de Cruz Azul. Igualar al América con siete coronas en Concacaf pone al club en un pedestal histórico. Para los aficionados, esto es un golpe de autoridad frente al eterno rival.
Además, la manera en que se logró nos tiene a todos hablando. La afición celeste anda con el pecho inflado, y no es para menos. Cruz Azul demostró que tiene madera para competir con los más grandes.
Sobre todo, este logro refleja años de esfuerzo y una tradición que no se dobla ante nadie. Igualar ese récord histórico le da un brillo extra a esta conquista tan esperada.
El baile celestial de Cruz Azul en la final
La noche de la final fue un espectáculo puro de Cruz Azul desde el silbatazo inicial. Ignacio Rivero rompió el hielo a los 8 minutos con un golazo al ángulo. Luego, Lorenzo Faravelli puso el 2-0 al 28 con un tiro que besó el poste. Ángel Sepúlveda se lució al 37 rematando un centro de Rotondi como los grandes. Antes del descanso, Mateusz Bogusz clavó el cuarto tras un error rival.
Ya en la segunda mitad, Sepúlveda selló su doblete al 50 con un cabezazo impecable. Por otro lado, los Whitecaps no metieron ni las manos. Ni un tiro a puerta lograron, y eso dice mucho del control de Cruz Azul. De hecho, ver a “La Máquina” jugar así fue como presenciar una obra maestra en el césped.
La ruta triunfal de Cruz Azul al campeonato
Llegar a la final no fue un paseo en el parque para Cruz Azul. El equipo dejó en el camino a rivales pesados como Tigres y el mismísimo América. Cada victoria los fue puliendo hasta llegar al duelo decisivo como una máquina bien aceitada.
Mientras tanto, Vancouver venía de sorprender a equipos como Monterrey y al Inter Miami de Messi. Aún así, en la final se toparon con pared. Cruz Azul los desarmó con una facilidad que sorprendió hasta a los más optimistas.
Por lo tanto, este título al mismo tiempo premia el partido final y el esfuerzo del torneo. La consistencia del equipo fue clave para llegar a lo más alto.
El cielo es el límite para Cruz Azul
Ganar la Concacaf abre puertas enormes. El boleto al Mundial de Clubes 2029 y la Copa Intercontinental 2025 ya está en la bolsa. Estos torneos son una vitrina mundial para mostrar de qué está hecho este equipo. Además, el éxito puede atraer talento nuevo y fortalecer lo que ya hay.
Después de una década sin un título así, este triunfo huele a renacimiento. No cabe duda de que “La Máquina” está lista para rugir en el escenario global. Claro está, los aficionados ya soñamos con ver a Cruz Azul enfrentarse a los gigantes del fútbol mundial.