
¿Cuáles son los apodos más icónicos del fútbol mexicano?
Ya está comprobado muchas veces que el fútbol mexicano respira historias que nacen en los barrios. O también en las canchas de tierra y en los vestidores llenos de camaradería. Los apodos, esos motes que se pegan como tatuajes, identifican a los jugadores contándonos pedazos de su vida, sus manías o hasta sus físicos.
En México, un apodo puede ser más famoso que el nombre en la credencial. Por eso, hoy nos lanzamos a desentrañar cinco sobrenombres que han marcado el fútbol mexicano, cada uno con un relato que parece sacado de una charla de sobremesa. ¿Qué hay detrás de estos apodos que la afición grita con tanto cariño?
El suspiro del “Jamaicón” que cruzó fronteras
José Villegas, leyenda de las Chivas en los 50 y 60, lleva un mote que huele a nostalgia. Durante una gira con la Selección Mexicana por Canadá y Portugal, el defensa se hundió en una melancolía profunda. Extrañaba México, su comida, su gente. Sus compañeros, medio en broma, lo apodaron “Jamaicón”, como si su tristeza fuera un eco de tierras lejanas.
Pero, el apodo se quedó en el fútbol mexicano. Los aficionados lo adoptaron, y pronto el “Síndrome del Jamaicón” se convirtió en una expresión popular para describir esa añoranza que pega duro. Villegas hizo que su mote trascendiera el fútbol mexicano, convirtiéndose en un símbolo de amor por la patria. Es un ejemplo claro que hasta los más rudos defensas tienen corazón blando.
Las orejas del “Dumbo” que conquistaron el fútbol mexicano
Adalberto López, goleador histórico de los Esmeraldas de León, cargaba un apodo imposible de ignorar. Sus grandes orejas le valieron el mote de “Dumbo”, como el elefantito de Disney. Lejos de ofenderse, López abrazó el sobrenombre con orgullo. Cada gol que anotaba era un recordatorio de que no necesitaba ser galán de cine para brillar.
Además, su destreza para meter el balón en las redes hizo que el mote se volviera sinónimo de grandeza en el fútbol mexicano.
El “Tecatito” que dribló a la cerveza rival
Jesús Manuel Corona, conocido como “Tecatito”, tiene un apodo que nació en una jugada comercial. Cuando debutó con Monterrey, el club estaba patrocinado por la cervecería Cuauhtémoc Moctezuma, dueña de Tecate. Pero su apellido, Corona, era el nombre de una marca rival. Para evitar conflictos, alguien en el club decidió bautizarlo “Tecate”, que pronto se suavizó a “Tecatito”.
Aunque Corona ha dicho que no le gusta la cerveza, el apodo se le pegó como sombra. Los fans, sobre todo los regios, lo gritan con cariño, aunque algunos creen que el mote no le hace justicia a su talento.
El ritmo del “Chaka” que puso a bailar a Tigres
Luis Rodríguez, el lateral de Pachucha, lleva un apodo que suena a fiesta. “Chaka” viene de su gusto por la canción “Chacarrón” de El Chombo, un tema con letras locas que era un hit en los 2000. Sus compañeros, al verlo tararearla, no dudaron en ponerle el mote. Rodríguez, desde luego, hizo que esta canción resonara en el Volcán.
De hecho, cada vez que “Chaka” sube por la banda, parece que lleva el ritmo de esa canción en los pies.
El “Striper” que desató la locura en Morelia
Rodrigo Salinas se ganó el apodo de “Striper” en un momento de pura euforia. Tras meter un gol, Salinas corrió al banderín de esquina, se quitó la camiseta y bailó como si estuviera en un escenario. La afición enloqueció, y desde ese día, “Striper” se convirtió en su sello.
Ese festejo, lleno de desparpajo, es el tipo de chispa que los fans mexicanos amamos. Aunque Salinas ha jugado en varios equipos, el mote lo sigue como un trofeo.
El grito de los motes que sigue vivo en la cancha
Elegir solo cinco apodos curiosos del fútbol mexicano fue como decidir qué taco dejar fuera del plato, o sea, una tarea casi imposible. Cada apodo es un pedazo de la pasión que mueve el fútbol mexicano. Y aunque hoy destacamos solo estas cinco leyendas, la lista podría crecer con cada partido. Es fascinante la manera en la que estos motes unen a la afición en un grito que nunca se apaga.